¿Cuál es el propósito de Dios para la humanidad, para ti? Tener una relación con Él — Padre, Hijo y Espíritu Santo — así como también con los demás. Estas relaciones deben de estar basadas en un amor perfecto.

¿Cómo es una relación así? El jardín del Edén nos brinda un vistazo. El jardín es donde Adán y Eva caminaron y hablaron con Dios en comunión con Él, con la creación y entre sí: una comunión perfecta. Fue en el jardín cuando el hombre y la mujer desobedecieron que se rompió esa relación y comunión perfecta. El sacrificio de Jesucristo en la cruz y la derrota de la muerte con su resurrección abrieron el camino para reconciliar nuestra desobediencia y restaurar la relación con Dios y nuestro prójimo.

Cuando un maestro judío de la ley preguntó a Jesús cuál es el mandamiento más importante, Él respondió:

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primer mandamiento y el más importante. Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. Toda la ley y las exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos” (Mateo 22:37-40, NTV).

¿Cómo es este amor por Dios? Amarle perfecta o plenamente con todo nuestro ser: nuestro corazón, mente, alma y fuerzas. Es un amor que transforma los sentimientos y anhelos de nuestro corazón al buscarlo a Él en primer lugar por encima de cualquier otra cosa en nuestra vida (Mateo 6:33). Ser “perfecto” es amar como Dios ama. Se trata de un amor desinteresado, generoso e incondicional, que se otorga tanto a los que devuelven ese amor como a los que no (Mateo 5:48).

¡Este amor es nuestra identidad y quienes somos! Es un amor de una devoción sin reservas, que no se guarda nada. Dios es primordial en mi vida.

¿Le amas más que a tus sueños y éxitos, pasiones y deseos? ¿Tu amor por Él es más grande que tu comodidad y conveniencia? ¿Le amas más que a estos _________ (rellena el espacio en blanco)? ¿Es tu amor por Dios tu fuerza motriz y tu actitud determinante? ¿Posees un amor por Dios que impacta tu carácter e informa tus afectos para que puedas decir con total confianza: ¡Él es mi todo en todo!

¿Y en qué consiste este amor por el prójimo, por aquellos que se cruzan en tu camino en este viaje de la vida, ya sean amigos o enemigos, familiares o desconocidos? Consiste en amarlos tanto como a uno mismo. Cuando amas a Dios, te verás a ti mismo como Él te percibe: un hijo muy amado hecho a su imagen. Y este amor te da el deseo y la capacidad de amar a los demás y verlos también como hijos muy amados de Dios.

Este amor radical por Dios y por los demás debería definirnos, consumir y regir nuestras vidas, e informar no solo nuestra vida personal, sino también nuestra vida social: cómo vivimos en nuestros hogares, iglesias, lugares de trabajo o escuelas, comunidades locales y esta comunidad global que todos compartimos.

En nuestras familias, ¿cómo influye en nuestros hogares un amor tan profundo por Dios (vivido y practicado) y un amor abnegado por los demás? ¿Es el amor el idioma habitual que se habla en tu hogar? En nuestras iglesias, ¿nuestras prácticas y formas de adoración demuestran un amor perfecto por Dios y hacia nuestro hermano y hermana en Cristo? En nuestro entorno laboral, ¿influye nuestro amor implacable por Dios y al prójimo en nuestra ética laboral y nuestra actitud hacia el trabajo, los supervisores y aquellos a quienes dirigimos? En nuestros vecindarios, pueblos y ciudades, ¿Es nuestro amor por Dios el resultado en un corazón compasivo que se traduce en actos de misericordia y en la búsqueda de la justicia en su nombre? ¿Está el amor por Dios impregnando todo lo que somos y todo lo que hacemos?

Dios amó tanto así que dio a su único hijo para que tuviéramos vida abundante y plena (Juan 3:16-17). Y esta vida abundante y plena se encuentra en entregarnos de lleno a Él a través de una completa devoción, una entrega absoluta, una obediencia total o, como lo describe Pablo en Efesios, caminando por el camino del amor, “como ofrenda y sacrificio fragante para Dios” (5:2). Vivir una vida de amor como respuesta al regalo de amor que recibimos de Dios.

Cada uno de nosotros está invitado a relacionarse con Dios el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Una relación definida por el amor, iniciada por el amor infinito de Dios por nosotros y a la que correspondemos por la gracia a través de la fe. Dios nos impregna de un amor que inunda nuestro corazón, mente, alma y fuerzas, y que nos impulsa a amar al prójimo. ¡Porque en esto tendremos vida abundante, vida en plenitud! (Juan 10:10).

Colleen Derr es ministra ordenada y fue presidenta del Seminario Wesley desde el 2017 hasta el 2023. Ha pasado los últimos 47 años persiguiendo apasionadamente vivir a la luz de Su amor perfecto.

 

Preguntas para reflexionar y conversar

  • Según Mateo 22:37-40, nuestro propósito en la vida es amar a Dios plenamente y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Debemos “vivir una vida radical de obediencia y amor”. Cuando analizas tu propia vida, ¿ves en ella un ejemplo de obediencia y amor radicales? ¿En qué aspectos podrías mejorar la aplicación de este estilo de vida radical?
  • ¿Qué aspecto tendría en tu vida personal, profesional y familiar un amor incondicional por Dios y por los demás?
  • Dios nos ha bendecido con vida abundante. Como un desborde de amor por lo que Dios ha hecho por nosotros a través del sacrificio de Jesús en la cruz, podemos experimentar una vida llena de perdón, gracia, misericordia y libertad a través de la obediencia a Cristo. ¿Hay algunas áreas de tu vida que necesitas entregarle a Dios?
  • En nuestra cultura actual puede resultar difícil vivir el amor radical de Dios con otras personas que no comparten nuestras mismas creencias y perspectivas. Considera orar sobre cómo puedes ser una luz de amor en situaciones difíciles. Puedes ayudar al mundo a conocer a Dios a través de tu amor radical por Él y los demás. ¿Cuál es tu plan de acción en situaciones difíciles?

 

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