14 de agosto de 2022

SALMO 49:1-12 NVI

Al director musical. Salmo de los hijos de Coré.

Oíd esto, pueblos todos;

escuchad, habitantes todos del mundo,

tanto débiles como poderosos,

lo mismo los ricos que los pobres.

Mi boca hablará con sabiduría;

mi corazón se expresará con inteligencia.

Inclinaré mi oído a los proverbios;

propondré mi enigma al son del arpa.

¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia,

cuando me rodeen inicuos detractores?

¿Temeré a los que confían en sus riquezas

y se jactan de sus muchas posesiones?

Nadie puede salvar a nadie,

ni pagarle a Dios rescate por la vida.

Tal rescate es muy costoso;

ningún pago es suficiente.

Nadie vive para siempre

sin llegar a ver la fosa.

Nadie puede negar que todos mueren,

que sabios e insensatos perecen por igual,

y que sus riquezas se quedan para otros.

Aunque tuvieron tierras a su nombre,

sus tumbas serán su hogar eterno,

su morada por todas las generaciones.

A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales;

al igual que las bestias, perecen.