3 de agosto de 2022

SALMO 38:1-15 NVI

Salmo de David, para las ofrendas memoriales.

Señor, no me reprendas en tu enojo

ni me castigues en tu ira.

Porque tus flechas me han atravesado,

y sobre mí ha caído tu mano.

A causa de tu indignación

no hay nada sano en mi cuerpo;

por mi pecado,

mis huesos no hallan descanso.

Mis maldades me abruman,

son una carga demasiado pesada.

A causa de mi insensatez,

mis llagas hieden y supuran.

Estoy agobiado, del todo abatido;

todo el día ando acongojado.

Estoy ardiendo de fiebre;

no hay nada sano en mi cuerpo.

Me siento débil, completamente deshecho;

mi corazón gime angustiado.

Ante ti, Señor, están todos mis deseos;

no te son un secreto mis anhelos.

Late mi corazón con violencia,

las fuerzas me abandonan,

hasta la luz de mis ojos se apaga.

Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas;

mis parientes se mantienen a distancia.

Tienden sus trampas los que quieren matarme;

maquinan mi ruina los que buscan mi mal

y todo el día urden engaños.

Pero yo me hago el sordo, y no los escucho;

me hago el mudo, y no les respondo.

Soy como los que no oyen

ni pueden defenderse.

Yo, Señor, espero en ti;

tú, Señor y Dios mío, serás quien responda.