27 de julio
SALMO 31:1-14 NVI
Al director musical. Salmo de David.
En ti, Señor, busco refugio;
jamás permitas que me avergüencen;
en tu justicia, líbrame.
Inclina a mí tu oído,
y acude pronto a socorrerme.
Sé tú mi roca protectora,
la fortaleza de mi salvación.
Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza,
dirígeme por amor a tu nombre.
Líbrame de la trampa que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.
En tus manos encomiendo mi espíritu;
líbrame, Señor, Dios de la verdad.
Odio a los que veneran ídolos vanos;
yo, por mi parte, confío en ti, Señor.
Me alegro y me regocijo en tu amor,
porque tú has visto mi aflicción
y conoces las angustias de mi alma.
No me entregaste al enemigo,
sino que me pusiste en lugar espacioso.
Ten compasión de mí, Señor, que estoy angustiado;
el dolor está acabando con mis ojos,
con mi alma, ¡con mi cuerpo!
La vida se me va en angustias,
y los años, en lamentos;
la tristeza está acabando con mis fuerzas,
y mis huesos se van debilitando.
A causa de todos mis enemigos,
soy el hazmerreír de mis vecinos;
soy un espanto para mis amigos;
de mí huyen los que me encuentran en la calle.
Me han olvidado, como si hubiera muerto;
soy como una vasija hecha pedazos.
Son muchos a los que oigo cuchichear:
«Hay terror por todas partes».
Se han confabulado contra mí,
y traman quitarme la vida.
Pero yo, Señor, confío en ti,
y digo: «Tú eres mi Dios».