31 de julio
SALMO 35:1-10 NVI
Salmo de David.
Defiéndeme, Señor, de los que me atacan;
combate a los que me combaten.
Toma tu adarga, tu escudo,
y acude en mi ayuda.
Empuña la lanza y el hacha,
y haz frente a los que me persiguen.
Quiero oírte decir:
«Yo soy tu salvación».
Queden confundidos y avergonzados
los que procuran matarme;
retrocedan humillados
los que traman mi ruina.
Sean como la paja en el viento,
acosados por el ángel del Señor;
sea su senda oscura y resbalosa,
perseguidos por el ángel del Señor.
Ya que sin motivo me tendieron una trampa,
y sin motivo cavaron una fosa para mí,
que la ruina los tome por sorpresa;
que caigan en su propia trampa,
en la fosa que ellos mismos cavaron.
Así mi alma se alegrará en el Señor
y se deleitará en su salvación;
así todo mi ser exclamará:
«¿Quién como tú, Señor?
Tú libras de los poderosos a los pobres;
a los pobres y necesitados libras
de aquellos que los explotan».