20 de octubre de 2022

SALMO 115 NVI

La gloria, Señor, no es para nosotros;
no es para nosotros, sino para tu nombre,
por tu amor y tu verdad.
 
¿Por qué tienen que decir las naciones:
«¿Dónde está su Dios?»?
Nuestro Dios está en los cielos
y puede hacer lo que le parezca.
Pero sus ídolos son de oro y plata,
producto de manos humanas.
Tienen boca, pero no pueden hablar;
ojos, pero no pueden ver;
tienen oídos, pero no pueden oír;
nariz, pero no pueden oler;
tienen manos, pero no pueden palpar;
pies, pero no pueden andar;
¡ni un solo sonido emite su garganta!
Semejantes a ellos son sus hacedores,
y todos los que confían en ellos.
 
Pueblo de Israel, confía en el Señor;
él es tu ayuda y tu escudo.
Descendientes de Aarón, confiad en el Señor;
él es vuestra ayuda y vuestro escudo.
Los que teméis al Señor, confiad en él;
él es vuestra ayuda y vuestro escudo.
 
El Señor nos recuerda y nos bendice:
bendice al pueblo de Israel,
bendice a los descendientes de Aarón,
bendice a los que temen al Señor,
bendice a grandes y pequeños.
 
Que el Señor multiplique vuestra descendencia
y la de vuestros hijos.
Que recibáis bendiciones del Señor,
creador del cielo y de la tierra.
 
Los cielos pertenecen al Señor,
pero a la humanidad le ha dado la tierra.
Los muertos no alaban al Señor,
ninguno de los que bajan al silencio.
Somos nosotros los que alabamos al Señor
desde ahora y para siempre.
 
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!