29 de septiembre de 2022

SALMO 94:8-23 NVI

Entended esto, gente necia;
¿cuándo, insensatos, lo vais a comprender?
¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas,
ni podrá ver el que nos formó los ojos?
¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones
e instruye en el saber a todo el mundo?
El Señor conoce los pensamientos humanos,
y sabe que son absurdos.
 
Dichoso aquel a quien tú, Señor, corriges;
aquel a quien instruyes en tu ley,
para que enfrente tranquilo los días de aflicción
mientras al impío se le cava una fosa.
El Señor no rechazará a su pueblo;
no dejará a su herencia en el abandono.
El juicio volverá a basarse en la justicia,
y todos los rectos de corazón lo seguirán.
 
¿Quién se levantó a defenderme de los impíos?
¿Quién se puso de mi parte contra los malhechores?
Si el Señor no me hubiera brindado su ayuda,
muy pronto me habría quedado en mortal silencio.
Apenas decía: «Mis pies resbalan»,
cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda.
Cuando en mí la angustia iba en aumento,
tu consuelo llenaba mi alma de alegría.
 
¿Podrías ser amigo de reyes corruptos
que por decreto fraguan la maldad,
que conspiran contra la gente honrada
y condenan a muerte al inocente?
Pero el Señor es mi protector,
es mi Dios y la roca en que me refugio.
Él les hará pagar por sus pecados
y los destruirá por su maldad;
¡el Señor nuestro Dios los destruirá!