Según recientes cifras del National Center for Health Statistics (Centro Nacional de Estadísticas de Salud), no solo las tasas de matrimonio alcanzaron un descenso histórico en el 2018, el año registrado más recientemente, sino que los estudios han demostrado que los adultos en los Estados Unidos posponen cada vez más el matrimonio. Este estudio también proyecta que en el futuro un número récord de jóvenes y adultos jóvenes no contraerán matrimonio.[1]

Recuerdo cuando el matrimonio no era solo una moda, sino algo que había que honrar y apreciar. Hoy en día, la visión bíblica del matrimonio, que alguna vez se consideró la base fundamental de la sociedad, es solo una opción entre muchas otras. Incluso se podría argumentar que el matrimonio no es más que un accesorio que se cambia en una relación cuando uno se cansa o aburre. Los matrimonios relámpago, que duran menos de cinco años, son muy populares, al igual que los matrimonios entre personas del mismo sexo en una cultura que apoya cualquier cosa que dos o más adultos con consentimiento quieran hacer.

 

¿Cuántas veces has escuchado decir que Dios es amor y que, por lo tanto, Dios nunca querría privar a dos o más adultos (independientemente de su sexo) de una relación? “Mientras se amen, deberían poder hacer o estar con quien quieran”.

En toda esta confusión, surge la pregunta: ¿a quién se le ocurrió la idea del matrimonio y por qué es tan importante?

A Dios. A Él se le ocurrió la idea del matrimonio y podría ser diferente de lo que piensas.

Ya que Dios nos creó y el matrimonio es su idea, Él quiere establecer expectativas y límites saludables para nosotros. Podemos ver cómo la creación y el interés sustentador del matrimonio por parte de Dios se demuestran a lo largo de la Biblia. El matrimonio se da no solo para nuestro disfrute, sino también para enseñar verdades fundamentales sobre la vida que vivimos ahora y la vida que está por venir. La Biblia comienza y termina con el matrimonio.

Génesis 1:27 nos dice que Dios nos creó a su imagen y al notar que Adán estaba solo, le dio a Eva (2:18, 21-22). Después de ver a Eva, Adán dice: “¡Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Ella será llamada ‘mujer’ porque fue tomada del hombre” (2:23). En el siguiente versículo Dios establece el matrimonio y declara que se unirán y “llegarán a ser una sola carne” (2:24).

El verdadero significado de lo que Dios estableció al darnos el matrimonio se encuentra en el último libro de la Biblia llamado el banquete de bodas o las “bodas del Cordero” (Apocalipsis 19:7-10). El matrimonio en la tierra apunta a Jesús, la cabeza de la iglesia (Efesios 1:21-22), quien espera ansiosamente el momento en que regrese a la tierra para reclamar a su novia (los creyentes) para unirnos a Él con fidelidad y rectitud eternas. Nunca nos cuestionaremos ni desearemos otra cosa que estar en una relación exclusiva y comprometida con Dios.

Además de Génesis y Apocalipsis, hay otros 64 libros en la Biblia, que representan más de 4.000 años de vida entre el principio y el final de la Biblia. ¡Dios tiene mucho que enseñarnos sobre el matrimonio, el divorcio, los hijos y la estructura familiar en general!

Aquí hay algunas observaciones sobre el matrimonio desde Génesis hasta Apocalipsis.

Al usar la palabra “esposa”, Génesis 2:20-24 deja en claro que Dios define el matrimonio entre una mujer y un hombre de por vida (consulte el artículo 7 de “La Disciplina de La Iglesia Wesleyana” para conocer nuestra postura sobre el matrimonio). Los dos, viviendo y trabajando juntos en sumisión mutua, respeto, amor y para servirse el uno al otro con sacrificio. Si bien la mujer proviene del hombre, el hombre no debe dominarla ni abusar de ella. El hecho de que la mujer provenga del costado de Adán indica que tiene la misma dignidad que Adán.

El matrimonio es mencionado en los 10 mandamientos (Éxodo 20). El quinto mandamiento establece la relación de persona a persona (honra a tu padre y a tu madre) que es un producto del matrimonio. El séptimo mandamiento prohíbe cometer adulterio (es decir, mantener relaciones sexuales con alguien que no sea tu cónyuge) y el décimo mandamiento prohíbe específicamente codiciar a la mujer del prójimo. Los tres mandamientos demuestran la importancia de vivir en una sociedad civil.

Dios es quien une al hombre y a la mujer para toda la vida. Cuando los líderes religiosos de la época (los fariseos) le preguntaron a Jesús qué pensaba sobre el divorcio (Mateo 19:3-6), Él afirma el diseño original de Dios para el matrimonio (Génesis 1:27; 2:24) diciéndoles: “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).

El Family Research Council afirma que el matrimonio “es la relación fundamental para toda la sociedad. Todas las demás relaciones de la sociedad se derivan de la relación de padre y madre, y estas otras relaciones prosperan más si esa relación de padre y madre es simultáneamente una relación estrecha y cercana entre marido y mujer”.[2] De esta relación comprometida nacen los hijos.

El matrimonio es la metáfora principal elegida por Dios para describir Su amor por la iglesia. La palabra griega para iglesia es ekklēsia, que proviene de la raíz «llamados». Por consiguiente, la iglesia esta formada de los llamados, es decir todas las personas de todas las tribus, lenguas y naciones que han nacido de nuevo (Juan 3:16). En el Antiguo Testamento, Dios no estableció una relación con Israel mediante un contrato, sino que eligió hacerlo a través de un pacto. Con frecuencia comparaba el corazón errante y la infidelidad de Israel con la prostitución y el adulterio (Ezequiel 16:27-31; Jeremías 2:23-5:19; Isaías 1:21; Oseas 2:2-7).

El Nuevo Testamento usa la relación entre marido y mujer para describir a Cristo y Su amor por la iglesia. El apóstol Pablo en Efesios 5 enseña esto citando Génesis 2:24: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y llegarán a ser una sola carne”, y explicándolo: “Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia” (Efesios 5:31-32).

Creo que Dios todavía se preocupa por el matrimonio y nosotros también deberíamos hacerlo. Por lo tanto, debemos aferrarnos a la postura bíblica del matrimonio. El matrimonio no solo es práctico y beneficioso para nosotros ahora, sino que teológicamente, el matrimonio es un adelanto, una proyección, de lo que nos espera en el cielo: Dios.

Devon Smith es el superintendente de distrito del Distrito Tri-State de La Iglesia Wesleyana.

 

Preguntas para reflexionar y conversar

  • Dios es el creador del matrimonio y desea establecer expectativas y límites saludables para nosotros. El matrimonio se nos ha dado no sólo para que lo disfrutemos, sino para enseñarnos verdades fundamentales sobre la vida que vivimos ahora y la que está por venir. ¿Cuáles son algunas verdades bíblicas sobre el matrimonio que identificamos en la Palabra de Dios?
  • En el libro del Apocalipsis, el verdadero significado de lo que Dios estableció al darnos el matrimonio se identifica como las “bodas del Cordero”. ¿Cómo se entiende esto en la relación de Jesús con la iglesia?
  • En Génesis 2:20-24, ¿cómo define Dios la unión matrimonial?
  • El Family Research Council afirma que el matrimonio “es la relación fundamental de toda la sociedad. Todas las demás relaciones se derivan de la relación de padre y madre”. ¿De qué manera se pueden identificar los cambios en la sociedad que coinciden con la desintegración de la familia? ¿Cuáles son algunas de las formas en que, en tu opinión, podrían fortalecerse y restaurarse los matrimonios?

 

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[1] Sally C. Curtin y Paul D. Sutton, (2020), “Tasas de matrimonio en los Estados Unidos, 1900-2018,” “National Center for Health Statistics.” Obtenido de https://www.cdc.gov/nchs/data/hestat/marriage_rate_2018/marriage_rate_2018.htm#print.

[2] Pat Fagan, (n.d.), “Natural Marriage. 164 Reasons to Marry,”  “Family Research Council.” Obtenido de https://www.frc.org/marriwebsite/162-reasons-to-marry.