Cuando era niño, uno de mis juguetes favoritos en la casa de mi abuela era un viejo caleidoscopio. Me encantaba ver a través del visor cómo las partículas de colores chocaban en patrones fascinantes. Al girar lentamente el caleidoscopio, era como si fuera llamado a más y más creatividad y oportunidad.

El reino de Dios es caleidoscópico. Dios siempre nos llama a tener más fe, esperanza, amor y misión.

Al inicio del libro de Hechos, Jesús estaba enseñando a sus discípulos sobre el reino caleidoscópico de Dios y mencionaba el recibir poder del Espíritu Santo para cumplir su propósito misional. En Hechos 1:8, Jesús declaró: “Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.

Interesantemente, Hechos 1:8 es la respuesta de Jesús a los discípulos cuando le preguntaron: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel?” (1:6). Jesús aclaró diciendo: “No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre …” (1:7). Luego, Jesús mostró a sus discípulos el reino caleidoscópico y les dio el llamado de ir a Jerusalén y Judea y Samaria y a los confines de la tierra.

Es importante tener en cuenta que entre cada ubicación geográfica hay un kai, la palabra griega para “y”. Jesús quería que sus discípulos reconocieran la importancia de ser Sus testigos más allá de su contexto actual y tener un enfoque kai en su ministerio.

Lo que también es interesante sobre el libro de Hechos es cómo Lucas lo estructura de acuerdo con la visión geográfica de Jesús. Algunos eruditos dividen Hechos en tres etapas: la misión a Jerusalén (Hechos 1–8:3), la misión a Judea y Samaria (Hechos 8:4-12:25) y la misión a los confines de la tierra (Hechos 13-28). Es importante reconocer esta estructura geográfica, pero no queremos pasar por alto otra dinámica cultural que estaba teniendo lugar mientras los discípulos descubrían cómo extender su ministerio más allá de Jerusalén. Jerusalén puede ser percibida como una misión local; Judea es una cultura similar, pero con un contexto diferente; Samaria es una cultura diferente, pero algo relacionable; y los confines del mundo es una cultura totalmente diferente. Cada paso que daban los discípulos más allá de Jerusalén les hacía pensar más como misioneros transculturales.

Los primeros discípulos tardaron un tiempo en comprender lo que significaba llegar a los confines de la tierra. Pero una vez que lo entendieron, el anuncio de las buenas nuevas de Jesús y la formación de nuevas comunidades de fe se convirtieron en un movimiento de masas. Con el tiempo, las palabras de Jesús tomaron sentido y los discípulos se dieron cuenta de que estaban llamados a ser una iglesia misionera.

La visión de Jesús no fue solo para los primeros discípulos. Era para cada discípulo en cada época. El llamado de Jesús a sus discípulos a expandirse geográficamente y dentro de otras culturas debe seguir siendo parte del P.A.M. (Plan de Acción Misional) de cada iglesia. La iglesia en el siglo XXI debe escuchar nuevamente el eco de Hechos 1:8 y aplicarlo a su Jerusalén, Judea, Samaria y los confines de la tierra. En algunos contextos, debido a la diáspora global (dispersión de las tierras originales), llegar a Samaria y los confines de la tierra podría no estar tan lejos.

Para ser honesto, dirigir una iglesia local sería mucho más fácil si Jesús no hubiera dicho esas palabras. Como líder de iglesia, sería mucho más sencillo pensar únicamente en la actividad misional en mi comunidad, pero Hechos 1:8 me hace plantear las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo puede mi iglesia equipar discípuladores para ir a cada parte de mi Jerusalén donde las personan viven, aprenden, trabajan y juegan?
  • ¿Cómo puede mi iglesia preparar y enviar discípuladores y plantadores de iglesias a mi Judea y Samaria?
  • ¿Cómo puede mi iglesia enviar y apoyar discípuladores y plantadores de iglesias transculturales para llegar a los confines de la tierra?

Al considerar las ramificaciones del reino caleidoscópico de Dios, puede ser útil invitar a tu iglesia a un tiempo de oración y discernimiento. Considera cómo el Espíritu Santo te está guiando y cómo Dios te ha dotado a ti y a tu iglesia para alcanzar a su Jerusalén, Judea, Samaria y los confines de la tierra.

¿Qué pasaría si cada iglesia wesleyana tuviera una visión personalizada de Hechos 1:8 y estuviera haciendo su parte para levantar líderes pioneros y enviarlos a nuevos lugares y grupos de personas? Cuando confiamos en el poder del Espíritu Santo, ¡Dios nos dará todo lo que necesitamos para llegar a lugares cercanos, difíciles y lejanos!

Ed Love es el director ejecutivo director de Discipulado y Plantación de Iglesias de La Iglesia Wesleyana.