Pablo sugiere que no sabemos cómo orar (o pedir como conviene Romans 8:26). El Espíritu Santo santo tiene que interceder por nosotros con palabras que no podemos expresar (gemidos indecibles). Estoy seguro que alguna vez te has sentido así.

He aquí un reciente incidente en que una persona estaba en terapia intensiva, y yo no sabía cómo orar por esa situación. Lo ideal, hubiera sido orar por una completa recuperación; pero, también sabia que la persona no iba a estar totalmente normal si se recuperaba. ¿No sería mejor que ella se fuera a recibir su galardón eterno en vez de llegar a ser una invalida o que su mente estuviera atrofiada? …Yo no sabía como orar; así que oré al Espíritu Santo para que intercediera por mi. Oré que El Espíritu Santo, le ayudara a la familia y a esa persona; la verdad, ¡no sabía que pedir!

En situaciones como ésta, tu podrías preguntar, ¿Por qué entonces oramos? Dios sabe mucho mejor que nosotros cual será el mejor resultado. De hecho en Mateo 6:8 dice que nuestro Padre Celestial sabe lo que necesitamos antes de pedírselo. ¿Por qué entonces necesitamos orar? Dios tiene el poder de hacer todo, El nos ama con amor infinito y ya sabe lo que necesitamos. He estado reflexionando en esta paradoja por varios años, ¿por qué orar cuando Dios ya lo sabe? ¿Por qué orar cuando nosotros no somos lo suficientemente capaces de pedir por lo que es mejor? Por lo menos tengo 3 respuestas que han sido de ayuda para mí.

LO PRIMERO ES QUE NUESTRAS ORACIONES NO SON SÓLO PARA PEDIR. La parte más importante en la oración, es simplemente alabar a Dios por lo que El es y agradecerle por lo que El ha hecho. Dios merece nuestra alabanza y gratitud. Si pensamos que la oración es solamente para recibir beneficios de Dios, entonces hemos perdido el verdadero propósito de la oración que es, fundamentalmente pasar tiempo con Dios en una relación de intimidad que El desea. La oración nos debe enfocarnos en Dios como el asunto principal.

UNA SEGUNDA RESPUESTA ES QUE LA ORACIÓN NOS CAMBIA POR DENTRO, MUCHO MAS ALLÁ QUE PENSEMOS QUE ESTAMOS NEGOCIANDO CON DIOS SOBRE ALGÚN ASUNTO. No oramos porque Dios necesita información o consejo. Una de las razones principales razones por las que oramos es porque estamos espiritualmente diseñados para estar conectados con Dios. Todas nuestras necesidades deben ser traídas en oración a Dios (Fil 4:6). Nosotros mismos no siempre estamos concientes de nuestras más profundas necesidades; no obstante, Dios si las conoce y las llena cuando estamos en comunión con El en oración.

La oración refuerza nuestra dependencia de Dios. Sabemos que necesitamos de Dios pero a menudo lo olvidamos. La oración también nos recuerdan que no tenemos el poder de arreglar todos los problemas del ministerio ni de nosotros mismos. Una de las razones por las que tenemos que orar sin cesar (1 Tes 5:17) es para ser recordados constantemente que Dios es el que está al control y que necesitamos de El. Someternos a Dios y a su voluntad nos cambia y nos ayuda a ser lo que El nos ha llamado a hacer.

HAY SIN EMBARGO, UNA TERCERA RAZÓN, QUE DIOS NOS LLAMA A ORAR. ¿Será posible que Dios use nuestras oraciones para decidir cuando actuar en el mundo? ….Nosotros los Wesleyanos creemos que Dios no ha determinado todo lo que sucederá en el mundo. El capacita al ser humano a tomar decisiones morales si están dispuestos a hacerlo. A veces Dios interviene en el mundo, y a veces El no lo hace. Me pregunto…¿Podría ser que en algunos casos Dios decida intervenir o no, basado en nuestras oraciones..? ¡Que pensamiento tan asombroso!

¿Qué pasaría si mis oraciones a veces hicieran la diferencia entre lo que Dios permite o que intervenga para que el mal no siga su curso? ¿Qué tal si mis oraciones pudieran hacer que alguien viniera a los pies de Cristo?

La fe es una decisión individual y nuestras oraciones no pueden causar directamente el que alguien sea salvo. Pero…¿qué si Dios , por su justicia, diera cierta porción de gracia para todos para hacer posible que ellos sean salvos (gracia preveniente)? Pero más allá de esa mínima porción de gracia, ¿qué si nuestras oraciones pudieran traer más y más gracia hacia alguien? ¿Qué tal si todos tuvieran la oportunidad, pero nuestras oraciones pudieran bañar a esa persona en oportunidades?

Al final, no necesitamos saber exactamente por que Dios nos llama a orar. Simplemente sabemos que Dios nos dice que vengamos a El (Mat 11:28). El nos anhela. Eso debería ser suficiente en sí mismo. Nosotros que estamos en Cristo deberíamos anhelar orar. No necesitamos saber todos los porqués para disfrutar las bendiciones de la presencia de Dios. Que tremendo regalo que Dios nos ha dado no solo a Su pueblo, sino también a todo el mundo, “para que todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo” (Romanos 10.13)

Ken Schenck es profesor del Nuevo Testamento en Indiana Wesleyan University . Ex Decano fundador del Seminario Wesley en IWU.

Lea la versión en Inglés.